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Business Analyst
Analizadas las exigencias a las que se ha de someter el auditor de cuentas junto con las reformas de las leyes que conciernen la profesión de la auditoría de cuentas, principalmente la LAC, nueva ley que ha iniciado su andadura, con el respaldo de todos los grupos parlamentarios y el consentimiento de las tres corporaciones representativas de los auditores, a pesar de las críticas y el descontento de algunos, cuyas principales novedades son las relativas a la calidad de la auditoría, a través de una mayo rendición de cuentas, fortalecimiento de la independencia, nuevas infracciones y nuevos requerimientos para las EIP, se ha de seguir mirando hacia adelante con el fin de prever oportunidades o problemas, generando capacidad de reacción.
La auditoría de cuentas es una profesión cuyo futuro se desconoce, se basa en el presente, lo actual y sólo puede hacer unas previsiones a una serie de años vista, debido al entorno económico-financiero tan dinámico y complejo en el que se encuentra. El sector de la auditoría está en pleno cambio. Sucesos como la crisis, a causa de la generación de las burbujas en la banca y el sector inmobiliario, momento en el que se produjeron numerosos escándalos económico-financieros, la globalización y la aparición de nuevas tecnologías han cambiado la naturaleza de los negocios, definiendo un pilar básico para el funcionamiento de los mismos: la confianza.
Esta confianza se ha visto hasta ahora dañada tanto por las sociedades auditadas, por falta de transparencia, presentado una imagen fiel diferente de la realidad como por parte del auditor de cuentas y sociedades de auditoría, mediante la falta de independencia, incompatibilidades en los servicios ofrecidos a las sociedades auditadas, falta de ética y escepticismo profesional.
La transparencia es el motor de la auditoría de cuentas para volver a conseguir la confianza perdida. Para ello se ha llevado a cabo la reforma de la LAC, con el fin de mejorar la independencia a través de una mayor documentación de las amenazas detectadas, las medidas de salvaguarda adoptadas y una ampliación de la red del auditor de cuentas, pero sigue dejando frentes abiertos, como la posibilidad de que el auditor de decida que amenazas son significativas.
Uno de los principales fallos de la nueva reforma y síntoma de que pone en duda la confianza de la auditoría, relacionado con la independencia, es la familiaridad de los auditores de cuentas y sociedades de auditorías con las entidades auditadas. En el supuesto de las EIP ha sido todo un acierto el mecanismo instalado, el cual deberían trasladar al resto de entidades, evitando la “reelección” comentada en el apartado 7, ya que refuerza la independencia y mejora la objetividad.
Por lo tanto, el futuro de la auditoría pasa por reforzar el papel del auditor como generador de confianza, por lo que éste ha de adaptar su actividad a un contexto más complejo. Para ello ha de mejorar el alcance, ya que la información financiera es cada vez más compleja y las exigencias de los grupos de interés son mayores. Integrar a éstos mediante un suministro mayor información relevante, entendible y útil, para que puedan hacer un buen uso, evitando así un choque de las expectativas de los interesados los cuales tienden a confundir la auditoría con un “seguro a todo riesgo”. Esta medida se va a llevar a cabo en el nuevo informe del auditor el cual definirá aspectos como el alcance de la auditoría, los procesos llevados a cabo en la auditoría y lo que esto supone para la entidad. Así, el informe del auditor volverá a estar valorado y seguirá desempeñando un papel clave para el funcionamiento de la economía.